¿Tienes un colega bilingüe? No lo uses para que haga traducciones empresariales
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Natalie Soper
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Natalie Soper
En mi trabajo anterior, había un holandés y una francesa (y yo), y siempre nos pedían que hiciéramos traducciones rápidas para nuestros equipos. La compañía para la que trabajábamos estaba en una posición muy cómoda, en la que no había trabajo suficiente como para contratar a un traductor interno de tiempo completo, pero sí la necesidad de traducciones pequeñas o urgentes de vez en cuando, como solicitudes de facturas, materiales de capacitación y algunos correos electrónicos.
Sin embargo, si bien es posible que ocasionalmente necesitas enviar rápidamente un correo electrónico en otro idioma, y parecería buena idea hacer uso de las habilidades lingüísticas de alguien que ya tienes en tu empresa, no siempre es así, ya que pedirle a un empleado elegido al azar que haga las traducciones, a veces puede hacer más daño que bien. Esta es la explicación:
Le quitará tiempo y afectará su productividad
Es cierto que conseguir que un miembro de tu equipo haga las traducciones tiene una ventaja: ya son parte de la empresa, por lo que es posible que ya tenga algunos antecedentes sobre el documento que necesita traducirse.
Sin embargo, incluso si domina todo sobre el tema, la traducción requiere un tiempo especial; básicamente se está reescribiendo el documento en otro idioma.
Hay que agregar el tiempo adicional que necesita para comparar la traducción con el texto original, para corregirlo y todo lo que conlleva, y ahora ya parece un poco contraproducente que ese empleado haya dejado sus asignaciones de lado e incluya las traducciones a su carga de trabajo.
Y, por supuesto, si existe la presión del tiempo, pueden apresurarlo, lo que aumenta el riesgo de cometer errores y que esto cause problemas más adelante.
Saber dos idiomas no te hace bueno para traducir
Hay una cita que he visto 'volar' por Internet que dice: "Conocer dos idiomas no te convierte en traductor, al igual que tener 10 dedos no te convierte en pianista". Tu empleado bilingüe puede que sea excelente en su trabajo, pero eso no significa que pueda traducir fácilmente todo lo que se le presente, especialmente si se trata de un documento especializado, como un contrato.
La traducción no se trata solo de intercambiar la palabra A por la palabra B: implica reescribir y transmitir el mensaje en otro idioma, y requiere años de práctica para hacerlo bien y de manera efectiva.
Si algo sale mal, toma más tiempo arreglarlo
Puedes pensar que hacer que un empleado traduzca tus documentos sea un ahorro de tiempo, en lugar de buscar y comunicarte con una persona externa. ¡Incluso pensarías que es más barato hacer que el empleado traduzca y luego subcontratar a alguien para que realice la corrección! A prueba de tontos, ¿verdad?
Pero. Si la traducción la realizó un hablante no nativo, o se tradujo de forma muy literal, o a final de cuentas no tiene mucho sentido y no se puede utilizar, o una palabra mal elegida cambia el tono del mensaje y ahora el destinatario está enojado contigo: puede tomar más tiempo corregir estos errores, controlar el daño y tener que volver a traducir algunas partes, por lo que se necesitaría un traductor profesional para hacer la traducción otra vez.
Para obtener mejores resultados, vale la pena subcontratar a un traductor profesional desde el principio y dejar que comiencen en un lienzo en blanco. Claro, al principio puede tomar un poco más de tiempo buscar a alguien, instruyéndole sobre la empresa y brindándole información básica sobre el documento, pero si elabora traducciones profesionales que brindan los resultados deseados, entonces valió la pena la inversión.
Mientras tanto, tu empleado puede continuar con su trabajo habitual.
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