El boom del cine oriental
Después de ver que La maldición 2 (The grudge 2) se encuentra en etapa de postproducción, recordé el éxito que el cine de manufactura asiática tuvo hace aproximadamente un semestre en nuestro país, principalmente con el género de terror.
El cine oriental encontró la puerta a la industria ($) de “occidente” por medio de este género, principalmente el del Lejano Oriente, con supuestos tan básicos y universales como la vida y la muerte, y la "vida" después de ésta.
Es donde nos damos cuenta que muchos conceptos que tenemos de nuestra existencia son parecidos y de ahí el éxito de los filmes de terror con este origen, al explotar asiduamente nuestra fascinación por lo desconocido y nuestra sed inconsciente de violencia.
Parte importante del éxito en este tipo de películas fue la diferencia con que se trata este género cinematográfico, sin aventurarnos a decir si es mejor o es peor, sí es muy diferente a lo que Hollywood nos ha estado “ofreciendo” en últimos años, incluso con herramientas muy acartonadas y trucos que podrían provocar risa, sin embargo, el poder de sugestión es diferente y es uno de los pilares en esta índole.
Como ejemplos están: El ojo (The eye) y películas que fungieron como puente de transición para este fenómeno, como La maldición (The grudge) y El aro (The ring), en coproducción con Estados Unidos. Además de otros títulos como Poseídos, Sorum, The heirloom y Futago, entre otros.
Pero este cine no es sólo género de terror, el cine que nos ofrecen desde el otro lado del mundo también recoge la esencia básica de este arte: el sentido humano de las tramas, en su más profunda expresión, algunas veces con un contexto y entorno excepcional y otras veces con un pretexto sencillo, pero que logra su cometido.
En esta última línea y lejos de encasillar al cine oriental con el género de terror, me doy la libertad de recomendar ampliamente, de entre toda la gama buenos filmes: Todos los caminos llevan a casa (Lee Jung-Hyang, 2002) de Corea del Sur, El violinista (Chen Kaige, 2002) de China y Corea del Sur, y El baño (Zhang Yang, 1999), de China; y del Medio Oriente: Las tortugas pueden volar (Bahman Ghobadi, 2005) ubicada en Iraq cuando la reciente invasión de Estados Unidos, y El papalote (Randa Chahal Zabbag, 2003), que nos contextualiza un poco sobre las diferencias culturales entre Israel y el Líbano.
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