Capitalismo y democracia
Bastante atraso fue ya la famosa reforma electoral que vio sus efectos negativos en el pasado proceso de elección presidencial, pero que tiene culpabilidad y responsabilidad en todos nosotros, y principalmente en la clase política mexicana.
Pero el cuestionamiento principal en este caso sería la efectividad que las instituciones nos proporcionan, no con el objetivo de transgredir la buena voluntad de la gente ni con el afán de ofender a nadie.
Pero sí para cerciorarnos de que cuando demandamos una verdadera democracia se nos responda que la grandeza y la dignidad de las instituciones son incuestionables, como si nos dijeran que la fe y los misterios religiosos son hechos reales. Yo no puedo guiarme por esos paradigmas.
Para este motivo cito un artículo de George Soros que salió publicado en el diario El País desde 2000, como un análisis preventivo de lo que avecinaba en los sistemas políticos de los países en desarrollo, principalmente en los iberoamericanos.
“El capitalismo crea riqueza, pero no se puede depender de él para garantizar la libertad, la democracia y el Estado de derecho. Las empresas están motivadas por el beneficio, no tienen por objetivo salvaguardar los principios universales. Hasta la protección del mercado requiere mucho más que el beneficio propio: los participantes en el mercado compiten para ganar, y si pudieran eliminarían a la competencia. Por consiguiente, la libertad, la democracia y el Estado de derecho no pueden quedar al cuidado de las fuerzas del mercado: necesitamos garantías institucionales”.
Entonces, ahora corresponde a nosotros sentar las bases de la confianza y la transparencia en las famosas instituciones, si no queremos un gobierno democrático rezagado, como claramente lo ha mostrado el anterior proceso electoral. Necesitamos entonces unas instituciones rectoras del gobierno, pero que realmente respondan a las necesidades de la gente, ante la inequidad que siempre acarreará el Capitalismo.
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